La gestación subrogada permite tener hijos biológicos a todas aquellas personas para las cuales es físicamente imposible. Es un procedimiento cada vez más utilizado por las parejas heterosexuales que o bien no pueden concebir un hijo o que no logran embarazos que lleguen a término. Por lo general, la gestación subrogada es un método al que las personas recurren cuando ya han intentado, sin éxito, una serie de tratamientos de fertilidad y reproducción asistida. En los países donde la gestación subrogada está permitida por la ley y que gozan de las garantías necesarias para llevar a cabo este procedimiento, la mujer gestante debe superar una rigurosa evaluación médica para que se confirme que es capaz de llevar a cabo el embarazo y dar a luz un bebé para los padres de intención (pareja heterosexual, homosexual o persona sola).
Los embarazos subrogados no suponen un riesgo mayor que cualquier embarazo tradicional, mientras que no se den otras complicaciones como, por ejemplo, un embarazo múltiple. No obstante, al ser una técnica de reproducción asistida, en un principio el embarazo en la gestación subrogada se trata en una clínica de fertilidad. Al cabo de unas ocho semanas de gestación, cuando se ha comprobado y descartado otros posibles factores de riesgo, la mujer gestante pasa a ser revisada periódicamente por un ginecólogo, hasta que tenga lugar el parto.
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