En general, elijamos el país que elijamos, habrá que viajar dos veces:

1. La primera tiene como finalidad dejar nuestro material genético en la clínica en la que tendrá lugar la fecundación in vitro, es decir, nuestros óvulos o nuestro semen, y además firmaremos los consentimientos y acuerdos médicos con esa clínica y algunos otros de tipo legal, como pueden ser los que se firman con los abogados de ese país, con la agencia o también de tipo notarial.
2. En el segundo y último viaje nos encontramos con nuestro hijo, al cual, si, como suele pasar, ha habido suerte con las previsiones, podremos ver nacer si la gestante está de acuerdo. Después hay que arreglar el papeleo para la inscripción del bebé, que dependiendo del país, se hará de forma directa en el registro civil consular antes de regresar a España o bien de manera indirecta una vez hemos regresado a través del reconocimiento legal de la filiación.

Pueden darse otros casos, como por ejemplo que no vayamos a donar material genético, o bien que sí vayamos a hacerlo pero prefiramos transportarlo mediante una empresa especializada, o bien que ya tengamos embriones criopreservados de un proceso anterior y deseemos transportarlos para usarlos en un proceso de FIV. En esas situaciones y dependiendo del país, solo haría falta realizar el segundo viaje. Las combinaciones pueden ser numerosas, pero como siempre, resulta fundamental contar con un buen asesoramiento para no correr el riesgo de que se malogre nuestro proceso de gestación subrogada por hacer mal alguna de las delicadas gestiones que han de tenerse siempre en cuenta, algo a lo que precisamente nos hemos referido hace poco: La importancia de un buen asesoramiento.